A pesar de vivir sola por muchos años, Mabel aún sentía escalofríos cada noche al acostarse.
Tenía solo 15 años cuando dejó su tierra natal, después de una fuerte pelea con sus padres. Su enardecido orgullo e inmadurez, cegaron su comprensión ante el enojo de su madre, quien marcó su mejilla con una fuerte bofetada por llegar tarde a la casa. Desde entonces, han pasado 10 años sin que su familia sepa algo de ella.
Con el tiempo alquiló una casa en las afueras de la ciudad. Tenía un patio amplio donde sembró plantas y flores.
Su único compañero era “Rocky”, un perro de raza doberman que era el guardián de su vivienda
.
Una noche mientras dormía, algo extraño sucedió. El reloj detuvo su marcha por unos instantes. Los árboles parecían que se doblaban por una vertiginosa corriente de aire. “Rocky” enloqueció en ladridos presintiendo el peligro. Mabel despertó y fue cuando un potente haz de luz entró por la ventana encegueciéndola por unos momentos.
Cuando logró recuperarse se dirigió rápido y angustiada hacia el patio. Justo antes de salir, aquella luz desapareció.
El perro se escondió entre unos arbustos y en el patio se pudo ver una gran huella en forma redonda, como si un extraño objeto se hubiese posado en el sitio. Con mucha pena vio cómo sus plantas, flores y cerca estaban destrozadas. A pesar de estar sola podía sentir como si alguien la estuviera espiando.
La noche siguiente, justo cuando estaba por quedarse dormida, un agudo sonido se escuchó en la parte trasera de la casa, aquel misterioso haz de luz volvió a presentarse, pero en esta ocasión ella estaba alerta, así que lentamente abrió la puerta del patio y vio algo que cambió su vida por completo. Era un extraño ser de apariencia alargada con largos tentáculos que salían de su espalda. Su cabeza era mucho más grande que su cuerpo y sus enormes ojos saltones de color negro como el cielo de aquel día. “No tengas miedo. No te haré daño. Te he observado como a todos en este mundo”, fue lo que el visitante telepáticamente le dijo a Mabel, quien entumecida de terror le preguntó lo que buscaba en su casa. En ese momento aquella criatura se acercó y poniendo uno de sus tentáculos en su frente le dijo: “Perdona por los daños que causé, ayer no pude decírtelo. Quiero que hagas algo, busca a tus padres, están muy enfermos y su tiempo en este mundo pronto terminará, ellos en sus últimas plegarias piden verte”. Después de esas palabras el visitante desapareció.
En cuanto pudo regresó a casa de sus padres encontrándolos desahuciados por una enfermedad crónica. Cuando su amada hija entró solo pudieron apretar fuertemente su mano y con la expresión de felicidad en sus ojos, fallecieron en su presencia.
El arrepentimiento y la amargura la embargaron en un llanto profundo y agónico. Después del sepelio, Mabel regresó a su hogar y su sorpresa fue grande al ver que sus flores y plantas estaban nuevamente con vida y la cerca reparada. Encontró además en la mesa una carta que decía:
“No estás sola en este universo, ahora tus padres te miran desde el espacio junto a mí, atte.: Tu amigo extraterrestre”.
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