A la hora de comer el televisor simplemente
era un artículo decorativo, enmudecido para que no interrumpa lo que la familia
González consideraba un momento íntimo para conversar y conocerse mucho más
entre ellos. Don Carlos, el padre; provenía de una parentela numerosa, tenía
diez hermanos y cada uno de ellos cinco hijos, sin embargo; su esposa Maritza
no pudo complacerlo en su afán de tener una gran descendencia; ya que su cuerpo
no lograba culminar los embarazados que siempre terminaban en abortos.
Sin perder las esperanzas y sometiéndose a un complicado tratamiento, lograron
concebir a su única hija, Valentina. Ella significaba para sus padres
todo su mundo, más que en lo material, fue enriquecida de amor y afecto. Para
Don Carlos era su mayor orgullo, pues estaba próxima a cumplir 15 años.
Aquella noche mientras doña Maritza terminaba de
servir la comida, pidió a su hija que valla a la tienda de la esquina a comprar
una gaseosa. Valentina tomo el dinero y como era su costumbre ante de
salir, dio un cálido beso en la mejilla a su padre que estaba sentado en
el sofá leyendo una revista –
amor ya está la comida servida, ven siéntate que la bebe ya trae la gaseosa- dijo doña Maritza. Don Carlos
dejo su revista a un lado y se situó en la mesa a lado de su amada esposa. Los
minutos pasaron lentamente provocando con ello la tortura de la espera.
Sentados, callados y nerviosos; se tomaron de las manos y no despegaron su
mirada de la puerta de entrada y presintiendo lo peor, su amada
hija valentina, nunca llego.
Recorrieron cada cuadra. Buscaron en todos las casas
vecinas. Llamaron a sus amigos del colegio y todos sus familiares. Sus padres
conocían muy bien a su hija para saber que algo malo estaba pasando. Valentina
no tenía enamorado, pues siempre pensó que a su edad era una pérdida de
tiempo. Su desesperación se agudizo más cuando la policía fríamente les dijo
que deben esperar 48 horas para poder declarar desaparecida a una persona.
Nadie había visto nada. La adolescente simplemente desapareció dejando a sus
padres envueltos en la más terrible de las pesadillas.
Después de 8 días de su desaparición y sin más
opciones, acudieron hasta la casa de una anciana gitana, famosa por leer las
cartas de quien deseara saber su destino. Ya en el ritual la gitana encendió un
cigarro y cortando varias veces su baraja, hecho las cartas encima de un
mantel lleno de imágenes esotéricas. – veo un carro negro llevándose a la
niña. Veo la oscuridad y la angustia de su hija atrapada. Veo un patio grande
lleno de maleza y un extraño tumulto de ladrillos cocidos- dijo la gitana – pero como esta- angustiado pregunto Don Carlos – siento como sus
fuerzas empiezan a decaer, pero hay algo que la mantiene en pie y se resiste a
morir, deben darse prisa- culmino
la gitana en medio de un trance paranormal. Con aquella información la policía
pudo reconocer un antiguo sector donde se fabricaban ladrillos al noreste de la
ciudad. Rápidamente armaron un operativo y allanaron el sector. Cuando entraron
hallaron a la joven valentina, atada a una cadena y desvanecida por la falta de
alimento. Había pasado días sin tomar agua y estaba al borde de un colapso que
pudo matarla. Lograron capturar al responsable que pretendía vender a la chica
una red de traficantes de mujeres. Sus padres recobraron el aliento al tener a
su hija de vuelta. Don Carlos la abrazo tan fuerte como impidiendo que se
vuelva a ir – como lograste
resistir tanto hija- llorando
pregunto su padre – cuando
te di el beso en la mejilla se impregno en mí tu aroma papa, cada vez que
sentía que moría, tu recuerdo me mantuvo en pie- después de aquello, Valentía
jamás olvido como el amor de su familia logro crear fuerzas sobrenaturales
capaces de salvarle la vida.
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