El
escandaloso olor a carne muerta, había despertado los instintos del carroñero que cada vez se acércame más a su
alimento. Era la tercera vuelta que daba el buitre desde las alturas, vigilando al perro que no pudo escapar de su
trágico destino y murió arrollado quedando en el asfalto de aquella indeseable
carretera de sangre. Las aves de rapiña solo debían posarse en algún sitio
seguro a las espera de una nueva víctima.
Ante
la mirada ansiosa de los depredadores, caminaba sin rumbo un pequeño cachorro
perdido desde hace varios días, era la mascota
de una niña, quien hasta el cansancio lloro su desaparición. Desorientado y a paso lento, la muerte se
anunciaba ante él, con cada vehículo que
pasaba a toda velocidad y alcanzaba a
rozar su deshidrato cuerpo. En ese momento, un pedazo de pan cayó en medio de
la carretera desde la ventana de un bus lleno de pasajeros. El hambre pudo más
que el peligro al que se exponía, así
que; sin pensarlo mucho camino hasta su comida.
Solo se escucho es crujir de sus huesos romperse y un agónico gemido de
dolor, cuando un auto lo atropello. Era una pareja de jóvenes esposos quienes
viajaban a toda prisa y no alcanzaron
a ver al animal – ¿Qué paso? – Grito la
chica al sentir el carro levantarse
cuando pasaron encima del bulto – parece que mate a un perro, en esta vía
abundan los animales muertos - fría mente respondió el esposo, que ni
siquiera miro al retrovisor para darse cuenta de lo ocurrido. Con pena, la
muchacha vio los últimos instantes del cachorro mientras palidecía en la calzada – pobre perrito, lo mataste-
con pesadumbres dijo la chica. – ¡! Por Dios mujer, es un perro!! ¿Quién va a llorar por él? Con ironía sentencio el joven inescrupuloso,
mientras se alejaban de la autopista dejando servida la comida para los
detestables pájaros come muertos.
Unos
días después, mientras el cielo oscurecía y la noche sobrecogía las tinieblas
del bosque que ornamentaban el ingreso al
camino de los animales muertos; el mismo joven tomaba la carretera a
gran velocidad. En esta ocasiona viajaba solo. Parecía que mientras más se adentraba
en el camino, más rápido conducía; pero fue en un segundo que su corazón se
paralizo cuando alcanzo a ver el espectro de un perro en medio de la autopista,
con un fuerte apretón al freno, logro detener el carro dejando una estela de
humo saliendo de sus llantas. Cuando bajo, vio como el viento hacia desaparecer
aquella imagen fantasmal. Subió al vehículo
y a toda prisa intento salir de la carretera maldita, sin embargo fue en vano;
pues a pocos metros y causa de
los nervios, no pudo coger bien una curva y dando varias vueltas en campana
cayo en medio del bosque. Ensangrentado salió
arrastrándose hasta el pie de la
carretera, tenía sus piernas fracturadas, así que con esfuerzo, logro alzar uno
de sus brazos para tratar de detener a
un vehículo que venía a gran velocidad. Eran dos hermanos que conducían por la
avenida y que sin darse cuenta arrastraron el cuerpo del infortunado joven
varios metros, antes de pasarle las llantas por encima y matarlo en el acto – hermano
parece que atropellaste a un perro- dijo el joven asustado - tranquilo “ñaño” es un perro, ¿Quién va a
llorar por él? - la ironía y fatalidad
del destino dejo a un hombre muerto en medio de la oscuridad. Solo al amanecer
pudo escucharse la felicidad del carroñero, pues el camino dejaba una nueva víctima.